Probablemente, y durante la convivencia cotidiana, habrás observado algún deterioro en la funcionalidad y condiciones físicas de tus familiares de la tercera edad, sin saber que se trata de complicaciones de la lumbalgia.
Así, la sintomatología es tan variada como las posibles causas, mismas que a su vez pueden estar relacionadas con otras enfermedades como la osteoporosis o, inclusive, la depresión.
A continuación describimos tres causas posibles de la lumbalgia en adultos mayores y sus principales manifestaciones.
1. Estenosis del canal lumbar o espondilolistesis degenerativa
Tanto la estenosis vertebral –el estrechamiento del canal de la columna cervical (cuello) o lumbar (espalda)– como la espondilolistesis degenerativa –cuando una vértebra se desliza hacia adelante sobre la de abajo– son dos condiciones que aparecen por el desgaste de las articulaciones, propio de la edad.
En ambos casos, lo que genera la lumbalgia es la compresión de la médula espinal y de las raíces de los nervios lumbares. Esto deriva en que el adulto mayor experimente un dolor de pierna agudo, principalmente al estar de pie y caminando normalmente.
2. Artrosis de las articulaciones facetarias
Afección degenerativa de lenta evolución, la artrosis de las articulaciones facetarias provoca un recrudecimiento de la lumbalgia acompañado de entumecimiento, dolor que suele ser más pronunciado a primera hora de la mañana y otra vez al final del día.
El dolor es causado por la degeneración del cartílago que separa la articulación que forman las láminas de dos vértebras superpuestas. En su fase inicial el dolor lumbar puede ser escaso, y poco a poco puede volverse más constante o incluso derivar en ciática.
3. Aplastamiento vertebral
En una persona con osteoporosis, un leve golpe en la espalda o hasta el movimiento brusco provocado por un estornudo puede representar una fuerza excesiva sobre la columna, que a su vez resulte en una fractura o aplastamiento vertebral.
Para los adultos mayores, esta condición puede derivar en dolores de espalda de aparición repentina, además de una pérdida de estatura (de hasta 15 centímetros) y una postura encorvada o cifosis (conocida también como “joroba de viuda”).
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